Papandreu en Grecia, Silvio Berlusconi en Italia, Zapatero & Rubalcaba en España son las tres últimas piezas que se han cobrado los especuladores. Ya están perdidos en la memoria de estos turbulentos días, pero hay muchas más víctimas europeas de esta III Guerra Mundial que afortunadamente no es termonuclear, sino financiera. Brown en el Reino Unido, Sócrates en Portugal. El vendaval se llevó también al Gobierno irlandés después del rescate y puso ante los tribunales de Justicia al ex primer ministro islandés Haarde, acusado de negligencia ante la crisis. Y esto no ha acabado. El propio Sarkozy parte en clara desventaja para las elecciones presidenciales francesas que se celebrarán en la próxima primavera y Merkel está muy cuestionada en Alemania por su mala gestión del liderazgo germano en la crisis europea.
La última prueba de que este asalto en toda regla a la fortaleza europea no es inocente ni basado únicamente en disfunciones económicas europeas la hemos vivido este lunes, 5 de diciembre. Las últimas jornadas habían sido apacibles a la vista de que todos los países infectados por la crisis de la deuda y el déficit público estaban gobernadas por políticos totalmente centrados en las políticas de consolidación fiscal dictadas desde Berlín. Las bolsas europeas estaban viviendo días de recuperación de índices tras las jornadas dramáticas vividas durante el funesto mes de noviembre. Pero el enemigo no iba a tolerar esta tregua a las fatigadas huestes europeas. La agencia de calificación Standard & Poor’s emite la tarde del 5 de diciembre el aviso de que en su próximo informe puede rebajar la calificación de 15 de los 17 países de la Eurozona –todos, excepto Grecia y Chipre–. Es decir, un nuevo bombardeo financiero en medio del optimismo razonable con el que la Unión Europea va a afrontar la próxima cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno en Marsella el 9 de diciembre.
S&P, Moody’s y Fitch: el tridente ataca al euro
Standard & Poor’s –perteneciente a la estadounidense McGraw Hill, y cuyos principales responsables son John Chambers y David Beers– junto con Moody´s –propiedad del poderoso financiero de Omaha, Nebraska, Warren Buffett– y Fitch –la tercera poderosa agencia de calificación– constituyen el tridente que amenaza constantemente los intereses del euro y sus principales economías. Sus acometidas se traducen en el incremento desmesurado de los intereses que han de pagar países como Grecia, Irlanda, Portugal, Italia, España, Bélgica… y que condicionan toda su actividad económica y presionan a la devaluación de todos los activos medidos en euros.
Su falta de neutralidad es perceptible para cualquier observador imparcial de la realidad. Veamos el ejemplo de un país como Estados Unidos, calificado como ‘Triple A’, por ‘sus’ agencias y que, por esta razón, está pagando un 1,98% por sus bonos a 10 años. Y enfrente tenemos a la acosada España, puesta desde hace más de un año en todas las quinielas para una posible intervención y que en el mes de noviembre ha afrontado el pago de intereses cercanos al 7% por su deuda soberana a 10 años.
Resulta que los Estados Unidos tienen un déficit fiscal del 10,60% y su deuda pública es del 90%. Más de 400 bancos han quebrado en el país desde el otoño de 2008, lo que ha afectado a más de 600.000 millones de dólares. El país cuenta con 46,2 millones de pobres, el 15,10% de la población, lo que sitúa este índice en el más alto en los últimos 52 años.
El desconcertante Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, que ha pasado de líder de la renovación del país a prisionero de las firmas de Wall Street, y su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, se permiten el lujo de realizar severas recomendaciones a las autoridades europeas –este último está realizando esta misma semana un viaje a las capitales europeas para apoyar sus medidas de ajuste fiscal– cuando sus cifras macroeconómicas causan sudores fríos a cualquier persona sensata. Pero tienen una ventaja adicional además del trabajo sucio de las tres agencias de calificación antes citadas: la Reserva Federal, presidida por Bernanke, resuelve todos los problemas de liquidez del sistema. Mantiene el tipo de interés de referencia por debajo del 0,25% y ha puesto en marcha los QE2 (Quantitative Easing) unos programas de adquisición de bonos del Tesoro por un importe que supera ya el billón de dólares.
Entretanto, el Reino de España puede cerrar el ejercicio 2011 con un déficit público cercano al 6% y una deuda soberana que no llegará al 66%. Mariano Rajoy, a punto de ser elegido nuevo presidente del Gobierno el próximo 21 de diciembre, ha adelantado ya su compromiso inequívoco de alinearse con el eje franco-alemán para reconducir las políticas fiscales a los nuevos criterios que se van a imponer en Europa en los próximos meses. Pero España no tiene sus agencias de calificación y tiene el grado de ‘AA–’, amenazado con rebajarse en dos escalones de acuerdo con la nota de Standard & Poor’s del pasado lunes 5 de diciembre.
Además tiene el grave inconveniente de carecer en absoluto de herramientas de política monetaria, que están en manos exclusivas del Banco Central Europeo con una nefasta gestión antiinflacionaria, cuando el problema es de crecimiento. Eso hace que los tipos de referencia hayan estado en el 1,50% hasta el mes pasado que se redujo al 1,25%. Y con el problema adicional de que la inyección de liquidez al sistema sólo se realiza en situaciones de emergencia y cuando lo tolera la rígida Alemania de Merkel y sus prusianos.
Este desequilibrio de las agencias tiene incluso ribetes grotescos cuando revisan al alza pasando de ‘AA+’ a ‘AAA’ –la máxima posible– a Australia, que ha pasado recientemente las inundaciones más devastadoras de su historia y cuya banca es muy dependiente del exterior, con graves dificultades para acceder al mercado mayorista de financiación los últimos años. Su deuda neta externa es del 53,2% del PIB y sufre un considerable déficit por cuenta corriente.
En definitiva, no podemos ser ingenuos. Hay una guerra económica no declarada pero real en la que los grupos de interés de los Estados Unidos quieren devastar a los países de la Eurozona y conseguir que el euro, que estaba siendo un gran rival para el dólar, desaparezca o al menos quede herido de muerte tras estas cruentas batallas. La economía real americana está languideciendo y sólo la amenaza militar del poderoso US Army y la capacidad destructiva de los codiciosos especuladores de Wall Street mantiene la posición teórica del dólar. Y esta última es la que ha desplegado su potencia de fuego para eliminar a su gran enemigo: el euro.
Lamentablemente, Wall Street no ataca solo desde Manhattan. Recientemente ha hecho inversiones en medios de comunicación importantes en nuestro país, como el Grupo Prisa, que están controlados por el Fondo de Inversión Liberty, cuya cabeza visible es Nicolas Berggruen, alabado sin rubor pese a la vacuidad de su trayectoria en las otrora prestigiosas páginas de ‘El País’. Jesús de Polanco se estará agitando en su tumba, al ver el alto precio que ha tenido que pagar su pupilo Juan Luis Cebrián para seguir viviendo como un nuevo rico en La Moraleja a cambio de vender su alma a los especuladores de Wall Street que lo están utilizando en su invasión del euro.
Info:http://www.mercadodedinero.com.co/Finanzas/el-ataque-del-euro-es-real.html